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amorfo. El nmero se estacionó antes de llegar a los 900 grados y empezó a bajar
lentamente.
Hasta entonces no habamos visto a ninguno de los vehculos teledirigidos, puesto que
los rayos lser apuntaban y disparaban en una fracción de segundo. Pero el
decimosptimo surgió por el horizonte zigzagueando locamente a toda velocidad y se
detuvo en el cnit. All pareció flotar por un instante, para iniciar despus la cada. La
mitad de los rayos lser lo haban detectado y disparaban sin cesar, pero ninguno de ellos
poda hacer blanco, pues todos estaban fijos en la ltima posición de disparo.
La nave centelleaba al caer; el pulido espejo de su esbelto casco reflejaba el
resplandor blanco de los crteres y el parpadeo misterioso de los rayos impotentes. O
que Charlie aspiraba profundamente. El vehculo estaba tan cercano que podamos ver
los despatarrados nmeros taurinos grabados en el casco y una escotilla transparente
cerca del centro. De pronto la nave lanzó un chorro y desapareció en un instante.
 Qu diablos...?  preguntó Charlie en voz baja.
 Tal vez fuera un vehculo de reconocimiento  dije, pensando en la ventanilla.
 Claro. Por lo visto no podemos tocarlos, y ellos lo saben.
 A menos que los lseres se recobren  coment, aunque no pareca factible . Ser
mejor que pongamos a todo el mundo en la cpula. Vayamos nosotros tambin.
Charlie pronunció una palabra cuyas vocales se haban alterado un poco con el correr
de los siglos, pero sin perder la claridad del significado.
 No hay prisa. Veamos qu hacen ellos.
Aguardamos varias horas. En el exterior la temperatura se haba estabilizado a 690
grados (apenas por debajo del punto de fusión del zinc, segn record ociosamente).
Trat de manejar manualmente los lseres, pero seguan petrificados.
 Aqu vienen  indicó Charlie . Ocho, otra vez.
Di un paso hacia el exhibidor, diciendo:
 Creo que tendremos...
 Un momento!  me interrumpió l . No son teledirigidos!
La clave los identificaba con la leyenda: Transporte de tropas.
 Creo que quieren tomar la base intacta  observó Charlie.
Y tal vez probar de paso nuevas armas y tcnicas.
 Para ellos no es mucho riesgo. Siempre tendrn la posibilidad de retroceder y
arrojarnos una nova en la base.
Llam a Brill para que hiciera salir a cuantos estaban en el campo esttico; deba
enviarlos a la superficie con los restantes soldados de su pelotón, a fin de establecer un
crculo defensivo en los cuadrantes noreste a noroeste. Yo me encargara de formar al
resto completando el semicrculo.
 Te parece?  observó Charlie . Tal vez no convenga que todos suban de una sola
vez. Conviene aguardar hasta que sepamos cuntos son los taurinos.
Tena razón; era mejor mantener una reserva, dejar que el enemigo subestimara
nuestras fuerzas.
 Buena idea... Tal vez cada transporte traiga sólo sesenta y cuatro soldados.
O ciento veintiocho, o doscientos cincuenta y seis. Me habra gustado que nuestros
satlites espa tuvieran un sentido discriminatorio ms agudo, pero no se puede hacer
gran cosa con una mquina del tamao de una uva.
Decid que los setenta soldados de Brill fueran nuestra primera lnea de defensa y les
orden formar un anillo, escondidos en las trincheras que habamos cavado en torno al
permetro de la base. Los dems permaneceran abajo mientras no fueran necesarios. Si
resultaba que los taurinos traan una fuerza poderosa, ya fuera por nmero o por nuevas
armas, ordenara que todos entraran en el campo esttico. Haba un tnel entre los
alojamientos y la cpula, de modo que quienes estaban abajo podran llegar hasta all sin
peligro. Desde las trincheras, en cambio, habra que retroceder bajo el fuego enemigo,
siempre que quienes las ocupaban estuvieran vivos cuando yo diera la orden.
Llam a Hilleboe para que ella y Charlie vigilaran los rayos lser. Si funcionaban de
nuevo ordenara que Brill y los suyos retrocedieran; entonces volveramos a encender el
sistema automtico y nos sentaramos a mirar el espectculo. Pero aun trabados, los
lseres podran sernos de utilidad. Charlie indicó en los monitores hacia dónde apuntaba
cada uno; cuando un enemigo se colocara frente a uno de ellos, l y Hilleboe dispararan
con mandos manuales.
Nos quedaban unos veinte minutos. Brill caminaba ya por el permetro con sus
soldados, ordenndoles refugiarse en las trincheras, una brigada cada vez; me
comuniqu por radio para pedirle que instalara las armas pesadas de modo tal que
sirvieran para canalizar el avance del enemigo hacia el radio de acción de los rayos lser.
No haba mucho que hacer, salvo aguardar. Ped a Charlie que evaluara el avance
enemigo, a fin de establecer una adecuada cuenta regresiva. Despus volv a mi
escritorio y saqu un anotador para dibujar las posiciones de Brill y ver en qu poda
mejorarlas.
El gato trepó a mi regazo, maullando lastimeramente. Por lo visto no saba distinguir a
uno de otro cuando estbamos vestidos con traje de batalla. Extend la mano para
acariciarlo y el animal escapó de un salto.
La primera lnea que trac perforó cuatro hojas de papel; llevaba mucho tiempo sin
realizar tareas delicadas con traje de batalla.
Record entonces que en el perodo de adiestramiento nos hacan practicar el dominio
de los sistemas de amplificación pasndonos huevos de uno a otro; resultaba bastante
sucio. Quedaran an huevos en la Tierra?
Una vez hecho el diagrama no se me ocurrió ninguna mejora, a pesar de tanta teora
almacenada en mi cerebro; abundaban los consejos tcticos sobre la forma de encerrar al
enemigo, pero desde un punto de vista erróneo. Cuando ramos nosotros los rodeados,
las opciones resultaban muy escasas. Mantenerse firmes y combatir. Responder con
prontitud a las concentraciones de fuerza del enemigo, pero de manera flexible, a fin de
que el enemigo no pudiera emplear una fuerza divergente para apartar a los efectivos de
cierto sector del permetro. Emplear a fondo el apoyo del aire y del espacio, consejo
siempre til. Mantener la cabeza gacha y la barbilla hacia arriba y rogar que llegara la
caballera. Conservar las posiciones sin pensar en Dien Bien Phu, el lamo o la batalla de
Hastings.
 Otros ocho transportes  dijo Charlie . Quedan cinco minutos hasta que lleguen los
ocho primeros.
Eso significaba que iban a atacar en dos tandas. Por lo menos dos. Qu habra hecho
yo en el lugar del comandante taurino? Eso no era muy complicado: a los taurinos les
faltaba imaginación para las tcticas y tendan a copiar las humanas.
La primera tanda poda ser un ataque suicida destinado a ablandarnos y a evaluar
nuestras defensas. La segunda obrara con ms mtodo y acabara el trabajo. O tal vez
fuera al revs: el primer grupo dispondra de veinte minutos para atrincherarse: el
segundo pasara sobre l y atacara violentamente un solo punto de nuestras defensas
para romper el permetro y apoderarse de la base.
Pero tambin era posible que hubieran enviado dos fuerzas sólo porque dos era un
nmero mgico. O porque no podan lanzar sino ocho transportes a la vez (eso no sera
muy alentador, pues significara que los transportes eran muy grandes; en diferentes
situaciones haban empleado vehculos que transportaban desde cuatro a ciento
veintiocho soldados).
 Tres minutos.
Mir fijamente los monitores que mostraban los diversos sectores del campo minado.
Con un poco de suerte descenderan all, incautos. O pasaran a baja altura y haran
detonar las minas.
Me senta vagamente culpable. Mientras yo permaneca a salvo en mi cueva, [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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