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riorizada. Ojalá pudieran ayudar a todas las jóvenes que viven con dudas y sufren porque no
entienden lo que les sucede.
2. Una vez que una chica asume su homosexualidad y empieza a relacionarse con otras lesbia-
nas, descubre una especie de código propio distinto del de la sociedad heterosexual. Como se-
ñala la antropóloga Olga Viñuales: «Cuando un grupo de personas se adscribe a una determi-
nada categoría (lesbiana) este proceso configura una identidad social: espacios de encuentro,
lenguaje y construcción de redes sociales compuestas por las similares».4 Para formar parte del
grupo adquiere ese código, que en la vestimenta puede traducirse en imitar el aspecto mascu-
lino. Cuando muchas chicas aterrizan por primera vez en el ambiente, pasan por toda una trans-
formación. Dos de esos cambios suelen ser cortarse el pelo y modificar su estilo de vestir. Pero
esto tiene más que ver con la imitación de una moda que con una auténtica necesidad de parecer
masculina. Como asegura Viñuales: «A las discotecas de ambiente acude todo tipo de mujeres
cuyo máximo denominador común es que tratan de presentarse bien vestidas o ataviadas. El uso
de perfumes y de prendas que siguen los dictados de la moda indica la importancia que tiene la
presentación social en el mundo lésbico». De todas formas, esas modas van evolucionando y
hoy en día ir al ambiente es distinto de hace diez años. Las modas imponen su peso, como en la
sociedad heterosexual, y casi nadie escapa de ellas. El look típico de la lesbiana va evolucio-
nando según las tendencias y supone una diversidad tan amplia que es difícil reducirla a algo
único. A medida que haya nuevas imágenes positivas y diferentes de lesbianas en las películas,
en las series de televisión y en la sociedad, se dejará de imitar el antiguo código de mostrar un
aspecto masculino.
3. Las lesbianas que no se distinguen por su aspecto de las mujeres heterosexuales pasan inad-
vertidas. Nadie sabe que lo son, a no ser que declaren públicamente su homosexualidad, lo que
es poco habitual aún hoy, sobre todo en los pueblos y las pequeñas ciudades.
Esto significa que la mayoría de la gente identifica ser lesbiana con ser hombruna. (Te recuerdo
que hay muchas mujeres heterosexuales que también tienen ese aspecto.) Cuando una chica
descubre que es lesbiana, su único referente de lo que es serlo son mujeres calificadas de raras o
marimachos, y por mucho que no desee parecerse a ellas, básicamente por temor a los comenta-
rios de los demás, esa es la única imagen que tiene de cómo es una lesbiana.
4. Una vez que empiezas a romper con tantas normas, quizá también descubras que la de la
imagen es la que menos cuesta cambiar, y a veces, la más sensata. ¿Por qué estropearse la piel
con maquillaje? ¿Por qué someterse a la tortura de la depilación? ¿Por qué gastar tanto dinero en
unas medias que suelen romperse la primera vez que te las pones? ¿Por qué quemar tu pelo con
secadores y tintes abrasivos? ¿Por qué destrozar tus pies con un calzado que es inadecuado?*
¿Por qué torturar tu cuerpo con terapias radicales y agresivas para eliminar la grasa acumulada?
Todo eso lo hacen las mujeres para amoldarse al canon de belleza que impera en nuestra socie-
dad. Y cuando no consiguen ser perfectas, se sienten infelices y desdichadas y creen que son
feas y están gordas. ¿Has probado alguna vez a contemplar el cuerpo femenino desde otra óp-
tica, a aceptar sus formas, por muy rotundas que sean? Te sorprendería empezar a cambiar el
chip respecto a eso. Mientras sigas creyendo que la belleza femenina sólo puede ser de una de-
terminada manera, de nuevo estarás identificándote con el opresor, en este caso la sociedad que
establece unas normas muy rígidas sobre cómo tiene que ser una mujer o cómo tiene que ser un
hombre.
¿Recelas del mundo gay?
Mucha gente considera que gays y lesbianas viven en un gueto porque quieren, dan la espalda a
la sociedad de forma voluntaria y, de alguna manera, no quieren integrarse en ella. Analicemos
esta cuestión con detalle. Vivir en el barrio gay de una ciudad, leer sólo revistas y libros para
homosexuales, ir al cine sólo para ver películas de esa temática y negar todo lo demás podría
considerarse como vivir en un gueto. Pero a quienes nos acusan de ello se les escapa un detalle:
*
Tal vez piensas que exagero con esto del calzado, pero visita un podólogo y que te enseñe una de esas reproduccio-
nes que muestran la deformación de un pie que ha estado durante años metido en un zapato de tacón y de punta estre-
cha. El peso del pie recae sobre la punta, que además está presionada por el zapato, lo que a la larga provoca una
malformación de los huesos. Pero el zapato luce mucho, ¿no?
que en España eso no es posible porque no hay tantos espacios ni tantas revistas ni tantos libros
sólo para homosexuales. Por mucho que una lesbiana quisiera vivir en un gueto así, le sería
materialmente imposible. Y quien crea que esos guetos existen, no está bien informado. Cuatro
tiendas y cuatro bares en unas pocas ciudades grandes no son un espacio en el que poder vivir y
dar la espalda a la sociedad heterosexual.
FRENTE AL RECHAZO
Tal como señala el psicólogo Dominic Davies:5 «En nuestra sociedad existen muchas formas de discrimi-
nación contra las lesbianas, los gays y las o los bisexuales. El funcionamiento de la sociedad heterosexual
[...] las utiliza no sólo para oprimir a lesbianas, gays y bisexuales, sino también para encasillar a hombres
y mujeres heterosexuales en roles de género muy estrictos y estereotipos asfixiantes». Las personas
homosexuales tienen varias estrategias para afrontar la homofobia y el heterosexismo de la sociedad.6
Algunas de ellas son:
1. Asimilación: muchos gays y lesbianas se integran por completo en la sociedad heterosexista asimi-
lando su conducta, lenguaje y actitudes y pasando por heterosexuales. Eso puede provocar un profundo
sentimiento de odio hacia sí mismos así como un alejamiento de su cultura.
2. Confrontación: por el contrario, otros gays y lesbianas lo que buscan es salir del armario para encon-
trar fuerza en la diferencia de ser homosexuales. Esto puede dar lugar a acciones inadecuadas como
mostrar la propia orientación en lugares donde se sabe que va a ser mal recibida.
3. Cuetización: consiste en vivir la mayor parte de la vida en una subcultura geográfica y/o psicológica (un
gueto). Es lo que ocurre cuando algunos gays y lesbianas sólo se mueven en el mundo del ambiente, en
el barrio donde están los locales de ambiente y rechazan otro tipo de cosas. Esta tendencia suele ir
acompañada de una visión polarizada entre heterosexuales y homosexuales.
4. Especialización: mediante esta táctica, algunos gays y lesbianas se ven a sí mismos especiales como
si tuvieran cualidades únicas, siendo exóticos, siendo mejores por haber sufrido y considerándose un
grupo elegido o «exiliado».
Es más, ¿acaso las lesbianas no ven la tele, no leen los diarios, no compran revistas, no leen
libros, van al cine, trabajan y pagan sus impuestos? ¿Conoces a alguna que no haga ninguna de
estas cosas? Y si las hacen, ¿qué clase de cultura están recibiendo a través de esos medios? ¿En
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